*La Cuarta*
*De la indignación a la* *violencia*
*Ernesto Elizondo*

Foto: Facebook

Con toda la ventaja a su favor, con la ausencia de autoridad, individuos sin ningún respeto por la vida, atacan a personas indefensas, desarmadas, desprotegidas y abandonadas por una autoridad que debería brindarles seguridad.

Ni siquiera se puede apelar al honor, pues se nota que no saben qué es.
Minatitlán sufrió una vez más, un cobarde ataque donde tres sujetos embozados, armados hasta los dientes, irrumpieron en una fiesta familiar, según buscando a una sola persona, a quien bañaron de plomo.

Pero ya encarrerados, asesinaron a quienes pudieron sin darles oportunidad de luchar por su vida.
Narran sobrevivientes, que sí veían a alguien vivo, lo golpeaban con saña con sus armas, hasta romperles el cráneo y luego seguirles disparando.
No tuvieron la menor compasión por un bebé de ocho meses.

Bestias cebadas, enloquecidos por el olor a sangre, buscaban entre los cuerpos alguien que estuviera vivo, para torturarlo hasta la muerte.
El hecho se supo con rapidez por todas partes, cundió la indignación y las condenas y reclamos llenaron las redes sociales.

Una vez más un pueblo indignado ¿Cuántas indignaciones van y todo sigue peor?
Todos los niveles de gobierno condenan el hecho, pero no logran hacer nada efectivo para detener esta ola de asesinatos de ciudadanos que trabajan y pagan sus impuestos, de los que sale el salario que se les paga.

Policía ausente en el momento en que se le requiere, se presentan solo a acordonar el área y a impedir que familiares puedan ver a sus parientes.
Alcaldes necios e incapaces de levantar la voz por el pueblo que los llevó al cargo.

Y así, un pueblo que prefiere tragarse su coraje antes de salir a impedir que las siguientes víctimas sean sus familiares.
Seguramente pedirán que no se política la tragedia, seguramente pedirán resignación y orarán por el eterno descanso de los fallecidos, seguramente anunciarán que “reforzarán la seguridad en la zona” ¿Cuántas van? Pero no tienen la mínima idea de cómo detener el exterminio.

Juran que los índices delictivos disminuyeron, pero el pueblo que les paga tiene otra opinión.
Minatitlán se convirtió el viernes en la punta del iceberg, porque hubo más asesinatos en la región.

Tantos refuerzos que ha hecho la autoridad y no ha dado resultados positivos, hasta podemos suponer que mantienen complicidad con los asesinos, pues nadie los ve cuando portan armas largas que no son invisibles.

Más tarde o más temprano, la indignación de la gente pasará a otro nivel y más sangre se regará en las calles, pues sí algo le queda al Estado de Derecho, está a punto de sucumbir.

Por STAFF