Margarito Escudero Luis
Yo no recuerdo una andanada gigante críticas y “análisis” en contra de un presidente y sus funcionarios. Un día si y otro también se publican sesudas editoriales desmenuzando lo mal que actúan los funcionarios de la Cuarta Transformación.
Eso me lleva a repensar algunos capítulos de la Historia de América, justo cuando parecía que el pueblo empobrecido tenía una oportunidad a través del voto.
Cuando Salvador Allende triunfó en las elecciones chilenas, allá por la década de los 70’s, una luz de esperanza orillaba para el austral país.
La Unidad Popular, unión de varias fuerzas progresistas amalgamaron el descontento ciudadano y lograron un triunfo avasallador en las urnas y los chilenos se preparaban para la instauración del socialismo.
Pero otro país socialista no sería permitido por quienes se sienten dueños del continente, los gringos se aprestaron a impedir que el proyecto de nación de Salvador Allende se consolidara y echaron a andar su maquinaria.
El ataque al nuevo gobierno en Chile se operó desde México, a través de la embajada gringa.
Primero un gran boicot, un gran paro del transporte paralizó al país, todo lo que dependía del movimiento de mercancías entró en crisis, las clases poderosas reclamaron al nuevo gobierno que no estaba preparado para enfrentar al enemigo de siempre, ahora desde el gobierno.
Los llamados a la unidad y la reconciliación no funcionaron, los norteamericanos y los empresarios no querían perder sus privilegios ante el gobierno, ni sus grandes ganancias.
Así fueron armando el pretexto para derrocar a Salvador Allende con el apoyo de la clase pudiente y la traición del ejército.
Un 19 de septiembre las tropas de Augusto Pinochet tomaron las calles, asaltaron el Palacio de la Moneda y comenzó una era trágica para el pueblo chileno.
Uno de los errores de Salvador Allende fue haber confiado en su popularidad y la mayoría que lo llevaron al poder, dejando sueltos a sus adversarios con capacidad de organización y muchos recursos.
TAMBIÉN EN MÉXICO
En México, luego del triunfo de la Revolución y el empoderamiento de Francisco I Madero, los ideales de la lucha armada que enarbolaron principalmente, Pancho Villa y Emiliano Zapata, se echaron a un lado para permitir que siguieran los mismos de siempre, aquellos que combatieron los ejércitos revolucionarios, ya que Madero creía que con la lección que el pueblo armado había dado a los explotadores, ya habían cambiado y se volvieron buenos.
Lo cierto es que aquellos que Madero reinstaló en el poder, no estaban dispuestos a perder sus privilegios, sólo para que una bola de desarrapados tuvieran mejores condiciones de vida.
Dejar vivo al enemigo y dentro de casa fue prácticamente el suicidio del Apóstol de la Democracia y, como en Chile, la embajada gringa se apresuró a detener el avance revolucionario de México, alentaron a Victoriano Huerta a traicionar al pueblo.
SIMILITUDES
La andanada de críticas y descalificaciones que la derecha lanza contra el nuevo gobierno mexicano, porque las cosas no se hacen como ellos quieren, es parte del mismo proyecto que eliminó a Salvador Allende y a Francisco I Madero, pues luego de tomar el poder, este gobierno no ha desactivado a los grupos que se niegan a perder sus privilegios, solo para que una bola de mexicanos empobrecidos, puedan tener posibilidades de superación.
Los enemigos del nuevo régimen saben que repitiendo su discurso descalificador todos los días, a cada rato, por todos los medios, dará resultado en algún momento.
Ellos están aprovechando la libertad que ofreció Andrés Manuel López Obrador para volver por sus fueros.
Ellos no tienen patria, su dios es el dinero, adoran el idioma inglés y utilizan todo a su favor.
Sólo esperamos que la Historia no se repita.