Juan Antonio Valencia
Ciudad de México/22 de mayo de 2019/ Los primeros efectos del cambio climático se están presentando ya.
Y no es precisamente “un mandato divino” en el que tenga que ver una deidad, o una obra literaria antigua, no.
Solo se trata de la destrucción de la naturaleza por el hombre, para sustituirla por concreto que propicia un calentamiento global que eleva las temperaturas, como nunca.
Esto. Por supuesto que trae y traerá sequias.
Algunas de las primeras muestras se dieron el lunes 13 de noviembre de 2017 en Tumbalá, Chiapas, cuando la cascada Agua Azul, del centro eco turístico, La Golondrina, se secó, por efecto de sequía de un brazo de agua que se desvió.
El 11 de mayo de 2018 Grupos ecologistas reportaron que en la Huasteca Potosina, la cascada de “Tamul”, se quedó sin agua y posteriormente el afluente “Tambaque”, ambos en Aquismón, San Luis Potosí.
Lugareños comentaron que fue a causa de la sequía, por efectos del cambio climático que ya alcanzo a la región.
Y lo que más preocupa es que recientemente hace unos días, en el estado de Tabasco, uno de los brazos afluentes del río Usumacinta en las inmediaciones del ejido Vicente Guerrero, perteneciente al municipio de Balancán, se secó.
En el estado de Veracruz, en el municipio de Naolinco, la cascada Velo de Novia, principal abastecedor de agua a la población, y un atractivo turístico, y generador de ingresos, se secó en su totalidad.
Este tipo de fenómenos, indican que es el inicio de efectos del cambio climático en el que se ha contribuido a falta de la aplicación de una política ambiental adecuada, pero sobre todo de una educación que no lleve a respetar la naturaleza.