Margarito Escudero LUIS

La generación de basura es una actividad propia de los humanos. No hay otro ser en este planeta que produzca desechos que atenten contra su estabilidad o su vida.

En todo el mundo la basura es un serio problema y en muy pocos países se le ha puesto suficiente interés como para resolverlo. En otras naciones del llamado tercer mundo, el problema es verdaderamente grave y este no queda circunscrito al país de que se trate, sino que en algún momento afectará a otros, primero sus vecinos, luego al resto del mundo.

No es una exageración. La basura, principalmente el plástico, ya se considera como una afectación global, pues ha provocado niveles de contaminación casi imposibles de controlar.

La principal productora de desechos es la industria, que se ha encargado de devastar la naturaleza para aprovechar sus recursos, al grado de alterar los ciclos naturales del planeta, el clima y el hábitat de quienes vivimos aquí.

Cuando decimos industria, debemos aclarar que se trata de toda empresa que mueve sus productos a gran escala, desde la obtención de la materia prima, su transformación, hasta su colocación entre los consumidores.

La industria de la publicidad y el marketing, es la gran promotora de la producción de basura, léase empaques, anuncios, promoción de artículos chatarra que rápidamente se convierten en basura.

Finalmente, el vehículo más notorio para llenar de basura el medio ambiente, es el ciudadano, el consumidor, es quien lleva en sus artículos los próximos desechos.

Esto es algo que se genera en la despiadada competencia capitalista, en el afán de generar más y más ganancias, a través de la publicidad le dan propiedades que no existen a sus productos generando así un subproducto inútil que termina siendo basura.

El vehículo más notorio para llenar de basura el medio ambiente, es el ciudadano, el consumidor, es quien lleva en sus artículos los próximos desechos.

Entonces, gracias a todo lo anteriormente mencionado, hoy tenemos en el planeta entero un serio problema, acumulación de desechos que ya no sabemos dónde ponerlos.

Es fácil llevar un foco de infección a la casa del vecino, pero en algún momento nos tocará ser el vecino afectado.

Ya no hay un lugar lejos, por muy ofendidos que estemos, no somos capaces de encontrar la solución efectiva, o no queremos aplicar experiencias de otros países que sí se abocaron al problema para no terminar ahogándose entre sus propios desperdicios.

Por STAFF