
Margarito Escudero Luis
Septiembre, mes de la Patria, así lo hemos definido durante mucho tiempo; tenemos Padre de la Patria, héroes y próceres a quienes reconocemos como individuos que dieron la vida en el esfuerzo por conseguir una nueva nación.
Y lo lograron, la lucha organizada, con un objetivo definido dio frutos y más de 200 años después, los ciudadanos de hoy gritamos ¡Viva México!
Más de cien millones de ciudadanos en estas primeras dos décadas del siglo XXI nos sentimos patriotas en septiembre, muchos lo celebran perdiéndose en alcohol, en medio de una crisis que no tiene para cuando terminar.
Hoy los mexicanos estamos divididos por cuestiones políticas, por la corrupción, por intereses ajenos a los de nuestra propia sociedad.
Por un lado se encuentra la minoría que durante años ostentaron el poder gracias al dinero, son quienes poseen la mayor parte de la riqueza que se ha generado en el país.
En medio, los mexicanos que se esfuerzan cada día por salir avante en sus tareas, creen en la cultura del esfuerzo y se educan, se preparan para enfrentarse al monstruo capitalista y poder sobrevivir.
Son aquellos que alimentan sueños de riqueza y triunfos avasalladores.
Más abajo están los jodidos, los “más vulnerables” como eufemísticamente los llaman los políticos, los que si comen hoy, ya lograron pasar el día, son aquellos cuya batalla diaria consiste en sobrevivir; sin esperanzas de poder avanzar en la escala social, mantenidos en su marginalidad como un mercado que robustece a la clase adinerada.
Todos ellos sujetos a un bombardeo mediático, condenados a recibir constantemente el mensaje de los bandos antagónicos y dominantes que se disputan el poder.
Unos sin resignarse a perder todos los privilegios que el poder otorga, privilegios insultantes para una mayoría que se desespera por mejorar sus condiciones de vida, sin encontrar la puerta de salida.
Otros esforzándose por corregir el rumbo, por limitar la voracidad de todos aquellos que se aprovechan de su posición para aumentar sus riquezas.
Las ambiciones desatadas ante el cambio de gobierno, agazapados están los que no tienen más dios que su propia codicia y suponen que enquistados en algún cargo público, podrán satisfacer sus aviesas pretensiones.
Seguir un ideal
Nada que ver con aquellos hombres y mujeres que dejaron todo por seguir un ideal, que visualizaron un futuro para una nueva nación, porque se lanzaron a independizarse de la corona española, ni siquiera eran mexicanos, pues México no existía como país.
Hoy gritamos “¡Viva México!” y nos hundimos en la algarabía patriotera cuando la división social nos está asesinando jóvenes, desapareciendo muchachitas y niños, cuando el otro poder, el que opera desde la oscuridad de la impunidad, arrebata el producto de su trabajo a comerciantes y empresarios.
Todos alabaremos a los héroes que nos dieron patria, mezclados, juntos pero no revueltos, en una fiesta que permite olvidarnos que para tener esta patria hay que romperse la madre, como lo hicieron hace más de 200 años personajes que decidieron dejar de ser españoles a distancia, pero muchos de ellos nunca llegaron a ser mexicanos y aun así, les debemos la Patria.