Margarito Escudero Luis

Soy reportero, siempre quise ser periodista, desde muy joven me llamó la atención este oficio noble y exigente. Con el paso de los años, uno va adquiriendo una experiencia invaluable, conocimiento que al final de cuentas queda para la siguiente generación.

Pero uno no sabe cómo ni cuándo cambiará la realidad, el entorno, las circunstancias y para eso muy pocos se preparan. Llegué al periodismo cuando los medios de comunicación estaban en manos de periodistas, cuando el reportero salía a buscar “la de ocho” (sin albur) y el trabajo se reconocía tanto por los de fuera, como por los directivos del medio donde se trabajara, que entonces eran, en mayor medida, periódicos, papel y no muchos, por lo tanto tampoco habíamos muchos reporteros.

La relación del poder con el periodismo siempre ha existido, uno no puede existir sin el otro (aunque los políticos no lo acepten así).

Caminé mis primeros años de reportero sin cobrar, entonces creía que como novato debía pagar esa cuota. Pero con el paso del tiempo fui notando que este oficio es cruel en cuanto al pago, no hay salario digno, entonces el hambre debe calmarse de alguna manera; pero es apasionante, difícilmente un reportero deja de serlo.

Informar sobre lo que sucede en el entorno es el principio de la labor, pero analizar el origen del acontecimiento y sus consecuencias, es todavía más apasionante y de mayor responsabilidad. Como dije, nadie se prepara para un cambio repentino, es más, muchos menospreciamos que cualquier cambio pudiera afectar al periodismo, porque si algún defecto pudiera endilgársele, es el de ser soberbio y creído.

Empresarios y políticos El primer cambio que pateó el trasero del periodismo fue cuando los medios cayeron en manos de empresarios y luego en las garras de políticos. La relación entre ambos se vició de tal forma, que periodistas se hicieron políticos y estos jugaron a ser periodistas; entonces dejaron la misión periodística de lado para atender exclusivamente los intereses que garantizaban sus privilegios.

Insisto, nadie se prepara para el cambio a pesar de que se anuncie con anticipación. Esa relación entre política y medios de comunicación llegó a su límite, al hartazgo, ambos protagonistas perdieron credibilidad ante sus consumidores, la crisis se anunciaba, pero la soberbia ciega y el golpe cayó afectando principalmente al periodismo.

Las redes Los cambios llegaron en cascada. Internet poco a poco, con la intervención de manos jóvenes y frescas, fue apoderándose de la atención social. Si alguien lo recuerda, a principios de los 90’s internet comenzó a popularizarse en México, su uso era más de oficina y los viejos empleados siempre prefirieron hacer sus cosas como sabían, negando oportunidad a lo nuevo.

Sin embargo, la fuerza de la red tumbó todo, pero los medios tradicionales negaban el uso de internet pues no le vieron futuro. Hoy, una de las causas más dolorosas de la crisis que atraviesan los medios de comunicación, es el gran impacto que causaron las redes sociales.

El periodismo es como una gran corriente de agua que siempre busca su cauce; así entre la amafiada relación entre empresarios de medios de comunicación y políticos, entre la pérdida del objetivo periodístico por parte de muchos reporteros, llegó la falta de credibilidad.

Entonces el periodismo buscó su cauce, sin periodistas las redes sociales cubrieron esa falta de información, la sociedad se convirtió en su propia periodista, los medios comenzaron a perder clientes y, si antes no pagaban bien a sus reporteros, ahora menos.

El hartazgo El hartazgo en la política del régimen priista, también dañó al periodismo, pues los medios minimizaron ante los ojos de la sociedad a los rivales del partido en el poder, ensalzaron todo lo que era obligación de hacer de los funcionarios y ocultaron sus trapacerías. Ese método se gastó. La compra de conciencias, el pago por ocultar noticias, por manipular la información, también entró en crisis. Venían más cambios y no quisieron verlos, confiaron mucho en su privilegiada posición.

Hoy, ante una nueva realidad, los medios y periodistas se rebelan al gobierno que cierra las puertas a la amafiada relación, exigen el trato de siempre y se niegan a ver que es precisamente lo que los llevó a la situación actual. El periodismo ya anunció sus cambios, está amoldándose a la nueva realidad. Muchos periodistas aún se niegan a aceptar el brutal cambio que vivimos y los medios de comunicación esperan un golpe de timón para volver a ser lo que siempre fueron. Muchos de ellos no aguantarán la espera.

Por STAFF