Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Hace unos días, me atreví a “subir” a la red Facebook un comentario sobre el golpe de Estado en Bolivia.
La respuesta ya la quisiera para otro tipo de avisos que publicamos ahí. Muchas opiniones a favor y en contra, algunas con tal virulencia que asusta.
De este evento observo que nuestra sociedad está muy dividida, que se formaron grupos antagónicos entre sí y algunos dispuesto a cualquier consecuencia.
Las faltas de respeto hacia personas que se atreven a emitir su punto de vista y que no coincide con otros, son la constante en este tipo de ejercicio.
Hay quienes exigen respeto a su libertad de expresión, pero no son capaces de dar lo que exigen, cada quien defiende su punto de vista como si fuera la verdad absoluta, algunos rayando en el fanatismo brutal.
De un bando llaman fanáticos al otro y viceversa, una discusión inútil, donde lo que permea es la ignorancia en cada uno de los grupos que se enfrentan.
Ignorancia en el sentido de no conocer de fondo el proceso histórico que se vive, ignorar lo que significa un golpe de Estado, ignorar las luchas de los pueblos para evitar la explotación de sus recursos, incluyendo el humano.
Pero cada quien toma partido. Quienes apoyan la defenestración de un mandatario, sin saber la efectividad o no de su mandato y sólo porque se le califica como “socialista”, “comunista”, “indígena”, por no ser blanco o por ser simpatizante de la causa neoliberal, están en su derecho de hacerlo.
Lo grave, es que actúan en contra de quienes no piensan así, como si fueran sus mortales enemigos.
Aquellos que defienden al defenestrado, consideran que se trata de una injusticia, simpatizan con las causas de la izquierda verdadera, y suponen que en aquel país, el gobernante impulsaba beneficios para todos.
Nadie conoce el fondo de la olla, más que la cuchara, dice el refrán mexicano; o sea, sólo los bolivianos pueden saber las verdaderas condiciones de su patria, dividida ahora por intereses tal vez ajenos a su propia idiosincrasia.
Entonces vuelvo mí vista hacia dentro de mi país y veo que no somos tan diferentes, manejados por los grandes intereses del capitalismo brutal, dominado por verdaderos magnates de Estados Unidos, quienes han considerado que el mundo es de su propiedad y que les asiste el derecho de destruir cualquier gobierno que se les oponga.
Siempre lo han hecho así, desde los tiempos del esclavismo y en cada etapa modifican sus métodos, los perfeccionan y cada vez son más sofisticados.
Antes recurrían a la violencia, logrando enfrentar hermano contra hermano, saben que las ambiciones desatadas no se pueden contener, conocen la condición humana y saben bien lo que puede provocar el hambre.
En estos tiempos, cuando ven que su criminal sistema de explotación está siendo rechazado por los pueblos oprimidos, recurren nuevamente a la eficacia de la revuelta social para derrocar gobiernos incómodos, matar líderes opositores es su deporte favorito.
Los que buscan adueñarse de todo, los amos de Wall Street realizan estudios serios sobre como vencer a sus rivales, no dejan cabos sueltos y actúan siempre en función de sus intereses, mientras que los mexicanos preferimos pelearnos entre nosotros, unos defendiéndolos y otros en contra.
Vuelvo mí vista hacia dentro de mi país y veo que no somos tan diferentes, manejados por los grandes intereses del capitalismo brutal, dominado por verdaderos magnates de Estados Unidos, quienes han considerado que el mundo es de su propiedad y que les asiste el derecho de destruir cualquier gobierno que se les oponga.
Eso lo saben y lo usan. Por ejemplo, se habla ahora de un “golpe de estado blando”, que en Wikipedia se denomina como golpe suave, golpe encubierto o golpe no tradicional, al uso de un conjunto de técnicas conspirativas no frontales y principalmente no violentas, con el fin de desestabilizar un Gobierno y causar su caída, sin que parezca que ha sido consecuencia de la acción de otro poder.
La expresión ha sido atribuida al politólogo estadounidense Gene Sharp, que fue encargado por la CIA para conducir la aplicación práctica de su investigación teórica en China en 1989, aquí les dejo los pasos que se siguen.
Primera etapa: Consistiría en llevar a cabo acciones para generar y promocionar un clima de malestar. Entre dichas acciones destacan la realización de “denuncias de corrupción y la promoción de intrigas”, señalan los expertos.
Segunda etapa: Se procedería a desarrollar intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el Gobierno en el poder.
Tercera etapa: Esta fase se centraría en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la promoción de manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
Cuarta etapa: En este punto se llevarían a cabo operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”.
Quinta etapa: La fase final tendría por objeto forzar la renuncia del presidente mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente se va preparando el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.
¿En cuál etapa estamos los mexicanos?
En estos tiempos, cuando ven que su criminal sistema de explotación está siendo rechazado por los pueblos oprimidos, recurren nuevamente a la eficacia de la revuelta social para derrocar gobiernos incómodos, matar líderes opositores es su deporte favorito.