Revelaciones


Margarito Escudero Luis

Los esfuerzos que realiza la autoridad para combatir la delincuencia no son suficientes, pues a pesar de los anuncios de disminución de los actos criminales y que en las estadísticas se muestre un descenso, lo cierto es que cada ciudadano que es víctima de un asalto en la calle, que le roban su auto a punta de pistola, que sufre robos en sus casas, que le hieren o asesinan, siente todo el peso de las bandas malhechoras.

Por ejemplo, en la Colonia Buena Vista Sur, la semana pasada asaltaron a una señora, desde un taxi se bajaron dos individuos quienes le arrebataron su bolso, la amenazaron con arma de fuego y le ordenaron que caminara y no volteara, porque la matarían.

Al día siguiente en la misma calle, otra mujer fue despojada de su automóvil justo cuando salía de su domicilio.

Dos tipos se le acercaron en cuanto salió a la calle y, a punta de pistola la obligaron a bajarse del vehículo.

Si algo de lo robado apareciera, comenzaría otro problema para la víctima, pues sería tratada como si fuera el delincuente.

El domingo, un conocido comerciante de la zona del Playón Sur sufrió un idéntico asalto. Lo despojaron de su auto, le robaron su teléfono celular y todo lo que llevaba en el coche; además se llevó un cachazo en la cabeza.

Para estas personas las estadísticas no tienen el valor que la autoridad le da, para ellos la impotencia de no poder actuar para defenderse y sin contar con alguna mínima protección oficial, provoca un verdadero trauma psicológico que los lleva a desconfiar de todo y de todos.

Luego de los asaltos, los vecinos llaman a la policía, llegan media hora después por montones, cuatro patrullas para impresionar a los incautos, porque los vecinos ya no se tragan la píldora, la presencia policiaca luego de los hechos no resuelve nada, saben las víctimas que nunca recuperarán lo que les robaron.

Al final de cuentas, si algo de lo robado apareciera, comenzaría otro problema para la víctima, pues sería tratada como si fuera el delincuente.

La ola de asaltos se recrudece en Minatitlán, luego de los “cortinazos” en Coatzacoalcos y el aumento de vigilancia, los rateros se mudaron a la vecina Minatitlán, donde los ciudadanos  comienzan a concluir que lo mejor  es organizarse para enfrentar a los asaltantes, para evitar ser víctima y obligar a los policías a cambiar sus estrategias, pues nunca están por donde trabajan los malhechores.

A eso debemos sumar que algunos de los delincuentes han sido identificados como elementos policiacos o militares, o lo fueron, por lo que podría entenderse la impunidad de que gozan.

La gente concluye que están solos y que deben defenderse por sus propios medios.

 

 

Por STAFF