Parábola X
Plinio Soto Muerza
La pandemia por el Covid 19 ha incidido de manera exponencial en el desarrollo de los procesos sociales y políticos en el mundo. Veamos algunos.
En Bolivia, después del golpe militar para destituir al Presidente Evo Morales, vinieron acciones de organización y resistencia de amplios sectores populares que respaldaban al depuesto mandatario boliviano. Ante esto, el gobierno de facto no tuvo más remedio que aceptar el llamado a nuevas elecciones y comprometerse a realizarlas, lo cual debería haber sucedido el pasado 3 de mayo.
Sin embargo, vino el confinamiento para detener el avance del virus, y es hora de que no se sabe cuándo podrían celebrarse las nuevas elecciones. Eso sí, en Bolivia los militares están en las calles, y el toque de queda vigente obliga a los bolivianos a permanecer en sus casas, aunque no quieran, en una experiencia de control biopolítico nunca visto en ese país.
Otro caso de proceso político y social que se ha visto alterado, son las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, previstas para el primer domingo de noviembre de este año. Semanas antes de la declaración del estado de emergencia, el 13 de marzo, en el vecino país del norte, las encuestas indicaban que el republicano y actual mandatario, Donald Trump, encabezaba las preferencias electorales.
Pero la realidad impuesta por el avance de la pandemia y los limitados conocimientos en ciencias de la salud de Trump que lo llevaron a reducir la amenaza a una simple “gripita”, y su obsesión por enfrentar a la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros desaciertos, le provocaron un deterioro enorme de su liderazgo, que pone en riesgo su pretendida reelección presidencial.
Caso especial es sin duda Chile, donde después de amplias movilizaciones sociales a favor de profundos cambios en el modelo económico neoliberal impuesto desde la dictadura pinochetista, se logró el compromiso de un Plebiscito para preguntar a los ciudadanos si quieren o no una nueva Constitución. Este ejercicio democrático se tiene contemplado para el próximo 25 de octubre. No hay que pasar por alto que Chile es uno de los países más desiguales del mundo, donde la educación y la propia salud no se consideran derechos, sino viles servicios para el libre mercado.
En ningún momento, el Presidente ni sus simpatizantes, vieron la posibilidad de vivir en el gobierno uno de los momentos más definitorios a nivel global
Una nueva Constitución y un nuevo constituyente son las banderas de las movilizaciones chilenas, mayoritariamente compuestas por jóvenes que en 30 años de democracia, no han podido ver cambios en sus niveles de vidas en comparación con sus padres.
Hoy el confinamiento obligado en Chile no permite con claridad saber si el plebiscito se llevará a cabo, y desde la oligarquía chilena se emplea el terror al Covid 19 para tratar de desmovilizar a los sectores organizados del pueblo chileno.
En nuestro país, también se ha visto alterada la perspectiva de los procesos políticos y sociales. No hay que ir muy lejos para comprender que el principal proceso que ha visto trastocada su dinámica es la llamada IV Transformación que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador. En ningún momento de los años de lucha por la presidencia, tanto el Presidente como sus simpatizantes, vieron la posibilidad de vivir en el gobierno, uno de los momentos más definitorios a nivel global, como lo es el reto de la pandemia provocada por el Covid 19. De hecho, ningún gobierno estaba preparado para lo que hoy se vive y se moldea.
La llamada IV T ha tenido que aprender en el camino muchas lecciones sobre epidemias, biopolítica, y otros tantos temas que ha provocado la aparición del Covid 19. Serán largos los ensayos que aparecerán en cuanto a si estaban preparados o no los médicos, funcionarios de la salud, tomadores de decisiones o los eslabones en la cadena de mando sanitaria. Algunos dirán que se tomaron las mejores medidas y otros fustigaran hasta la saciedad al gobierno de la IV T.
Como sea, lo evidente es que la IV T tendrá que reformularse desde la raíz, por ejemplo, acostumbrados a tomar las calles y movilizarse para apoyar a su presidente, los simpatizantes de la IV T tendrán que explorar nuevas opciones de organización y movilización para respaldar al Presidente, porque mientras exista el riesgo de contagio masivo, en un futuro muy cercano las convocatorias a marchar en pro de una demanda estarán limitadas, por decir lo menos.
Desde el gobierno, las políticas públicas que se definieron al inicio tendrán que adaptarse a las presiones de los costos económicos de la pandemia: pensar en mantener igual todo sería un error de grandes consecuencias. La crisis debe ser enfrentada con los mejores análisis previos, con todos los escenarios posibles, y claro está, con los mejores cuadros políticos administrativos. Si no tenían derecho a equivocarse, como dijo el Presidente el día de su toma de protesta el 1 de diciembre del 2018, hoy los que tienen cargos de responsabilidad en algún espacio de decisión gubernamental no tienen derecho a poner la pandemia como excusa de incapacidades o errores.
Y sin ánimo de estropear festividades, este reto lo tendrán que asumir los altos funcionarios de la IV T sin el cobro de sus aguinaldos. La IV T se juega su viabilidad en un mundo que sin buscarlo, se transformó rápidamente por el Covid 19.
La dinámica de la IV T ya estaba trastocada desde antes de la pandemia. La pandemia solo hizo evidente que, si bien el diagnostico es el correcto las acciones no son las apropiadas.