Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Es de entender que el confinamiento forzado altera a los individuos, sobre todo aquellos que están acostumbrados a mantener una actividad constante, movimiento continuo. Sujetos a su actividad física diariamente, durante muchos años, un encierro de este tamaño debe afectarles en todo su organismo y su comportamiento.
Quiero pensar que eso fue lo que alteró el orden el martes 19 de mayo de 2020 en Coatzacoalcos y Nanchital, donde un importante número de ciudadanos rompieron el encierro y violaron todas las reglas sanitarias, arriesgándose a un contagio de coronavirus y arriesgando al resto de su comunidad cercana a la terrible enfermedad de COVID-19.
Ignorancia, ansiedad, ira contenida, inactividad, desinformación, estrés, encierro forzado, calor; un coctel sumamente peligroso para una comunidad que pretende enfrentar una pandemia y mantener la salud y la vida.
Eso fue lo que se vivió aquel martes y el pretexto fueron las cervezas, el símbolo de la distracción y el relajamiento, de la frescura y la felicidad.
Víctimas del bombardeo publicitario, ciudadanos reventaron y corrieron por un trago de felicidad ficticia a cambio de exponerse al contagio.
Triste ver a un pueblo indisciplinado y aparentemente rebelde, atentando contra su propia vida por nada y que soporta la humillación y el desprecio de personajes encumbrados, incapaz de organizarse para defenderse y proteger a su comunidad.
Lamentable comprobar que la educación impartida por la televisión es más poderosa que los esfuerzos del estado por llevar conocimiento, cultura y herramientas para elevar el nivel económico y social.
Inútil el esfuerzo y sacrificio de todos aquellos, hombres y mujeres que se arriesgaron por alcanzar un país libre y una sociedad culta y progresista, que al final de cuentas prefiere escuchar el canto de las sirenas, el compromiso liviano y la vida fácil en medio de todos los problemas provocados por un gobierno ausente y omiso.
No sorprende que entre esos ciudadanos estén algunos votos por el cambio de régimen y que supongan que eso era todo lo que tenían que hacer para sacar a aquel partido del gobierno y dejar que el nuevo régimen comenzara a cumplir sus promesas de campaña.
Ese martes vimos un espectáculo que deprime, observamos la pobreza de algunas personas, pobreza que nada tiene que ver con el dinero, pues se vieron decididos a gastar, a eso fueron a hacer largas filas sin sana distancia para conseguir un poco de alegría.
El sufrimiento de los muertos por COVID-19 no ha llegado a las mentes de esas personas, el dolor y la angustia de no poder respirar es algo que ven lejano, pero en esa indiferencia, puede que no estén lejos de padecerlo, tanto en carne propia como en los pulmones de alguno de sus seres más queridos (si es que aman a alguien).
Y todo por unas cervezas.