Parábola X
Plinio Soto Muerza
En días recientes el debate en torno a los cuerpos policíacos se ha centrado en la brutalidad con la que se despliegan en diversos operativos para asegurar la seguridad pública y poco, muy poco lo que representan en la realidad.
En una vieja lectura, los cuerpos policiacos no dejan de ser aparatos represivos del Estado para asegurar la reproducción social del capital, por lo que no importa quien esté al frente de las policías, al final, estas serán represivas contra todo aquello que represente una amenaza a la reproducción de lo existente.
En una clase de Ciencia Política en los años noventa, un respetado profesor del exilio chileno en la entonces Escuela Nacional de Estudios Porfesionales “Acatlán”, de la UNAM, me explicaba con un ejemplo, la esencia de la policía. Decía el maestro Miguel Escobar: un policía puede dirigir el tránsito en un crucero, valiéndose de una macana; pero ese mismo policía, con esa misma macana, puede golpear a un obrero en una manifestación cualquiera, y lo puede hacer, porque él representa la autoridad, no importa que la misma sea de una ruindad asombrosa. La reflexión se basaba en lo que alguna vez nos decía León Trotski que había escrito en uno de sus tantos trabajos a favor de la transformación social hacia el socialismo.
En México el problema se agrava cuando muchas de las policías ya ni siquiera representan la autoridad legal, sino que ahora son representantes de otras “autoridades ilegales”
En estos días, donde he visto infinidad de videos de policías que abusando de su placa y de su “autoridad”, las palabras del maestro Escobar han acompañado mis reflexiones en el confinamiento en el que me encuentro desde hace ya casi tres meses.
Lo mismo los infames videos de las diversas policías de los Estados Unidos, con sus cargas racistas y supremacistas, hasta las policías mexicanas, en muchos estados. No dejarían de ser simples videos en la red que después se olvidan, si no fueran porque representan verdaderos actos criminales, que expuestos al escrutinio público, nos dejan ver la esencia represiva de los cuerpos policiacos.
En México el problema se agrava cuando muchas de las policías ya ni siquiera representan la autoridad legal, sino que ahora son representantes de otras “autoridades ilegales”, es decir, de las mafias que atormentan la vida cotidiana de los ciudadanos.
Inmersos en una sociedad que está al límite de la violencia, la actuación de las policías en México se convierte en una tragedia cotidiana. Quienes en los discursos están para proteger, al final actúan para reproducir al capital y se convierten en modernos verdugos.
En ese sentido, encontramos la explicación que delata horror: en estos momentos bajos los modelos policiacos actuales, lo que el Capital requiere son cuerpos policiacos arbitrarios, violentos y ajenos al interés de la población. A la pregunta de ¿por qué si con cientos de videos, que dan cuenta de las actuaciones prepotentes, violentas e ilegales de las policías, no se ha logrado consignaciones de los jefes y políticos que toleran y fomentan la actuación de los cuerpos policiacos?
La respuesta es más que obvia: la actuación de la policía se inscribe en la lógica de la reproducción de lo socialmente necesario para el orden social establecido. Si hay videos que dan cuenta de la actuación cotidiana ilegal de las policías, detenciones violentas, robos por medio de la extorsión a los automovilistas, agresiones y golpes, y todo un rosario del accionar policiaco, es porque al final desde las esferas de decisión gubernamental, se promueven una realidad desigual, de un modelo depredador, de un capitalismo salvaje.
El agente de policía que dirige el tránsito y al mismo tiempo golpea impunemente a un obrero, cumple escrupulosamente su papel asignado en la sociedad. Solo que ahora en nuestro país, campea la terrible realidad de los grupos criminales que se han adueñado de las policías, y que se agrega a la metáfora del policía como representante de la “autoridad”. Un ciudadano ya no tiene la certeza de quien es quien.
A ese nivel se ha llegado. Mientras, ¡el modelo económico se reproduce!