Revelaciones
Margarito Escudero Luis
El retorno a la vida que siempre conocimos, disfrutamos y sufrimos, aún no volverá. Está claro que las medidas de protección contra Covid 19 continúan activas y todos tenemos la responsabilidad de acatarlas por el bien propio y de las personas cercanas.
Entonces, los drásticos cambios que ha sufrido nuestro estilo de vida se acentuarán en tanto no haya peligro de contagios en las calles y las escuelas.
La solución de tomar clases en línea fue inmediata gracias a la existencia de Internet y de plataformas más o menos adecuadas para ello; sin esas herramientas sería imposible continuar con los programas escolares.
Entonces las clases en línea ya son parte del ambiente familiar, perooo…
Hay un tema que resulta digno de ser analizado, y tiene que ver con la supervisión del estudiante que, en muchos casos, está sin ella y cree que puede hacer lo que sea, pues es su casa.
Algunos profesores han descubierto que algún alumno de plano se duerme durante la sesión, otros ven como el estudiante toma clase cómodamente envuelto en las cobijas de su cama.
Vemos como los padres y parientes cercanos nada tienen que ver con el familiar estudiante, no lo vigilan ni aportan nada para el buen desempeño escolar.
En otros casos, los espacios donde se toma la clase por internet no es el adecuado, no hay iluminación suficiente o los muebles no son los indicados para tal tarea, y eso tiene que ver con la falta de recursos suficientes de las familias para aportar un lugar digno para el hijo estudiante. Esas limitaciones aún no tienen solución y será difícil encontrarla.
Sale a flote un comportamiento familiar ajeno al estudiante, quien únicamente es responsable de entregar resultados y calificaciones y el resto queda o estaba en manos de las autoridades escolares.
Son dos situaciones distintas, dos sectores de la sociedad que enfrentan de manera diferente el tema de la escolaridad en línea; aún no se asume un papel determinante por parte de los miembros de la familia ante una situación emergente, donde cada quien continúa con los mismos roles de siempre, sin tomar en cuenta que en la emergencia se deben observar acciones que estaban destinadas a otro personal que no puede estar en casa, como es el caso de los profesores.
Tal vez no sea la totalidad de los casos, pero sale a flote un comportamiento familiar ajeno al estudiante, quien únicamente es responsable de entregar resultados y calificaciones y el resto queda o estaba en manos de las autoridades escolares.
Recapitulando: Las familias no han asumido la nueva responsabilidad de tener al estudiante en casa tomando clases en línea; sin vigilancia o supervisión, el alumno puede asistir a clases desde su cama; otros no cuentan con espacio y condiciones adecuadas para la toma de clases y, finalmente, vemos como las familias dejan responsabilidades propias en manos de las autoridades escolares.
En clase presencial, el mundo se reduce al aula, los compañeros, el profesor y el pizarrón; en línea hay todo un mundo de posibilidades de distracción.
Aún no es tiempo de obtener conclusiones, el debate está abierto pues estamos ante una situación nueva, emergente, donde cumplir con el programa escolar puede ser lo único importante para quienes dirigen la educación en el país.