Victor TARANSKY
Carlos “La Amenaza” Vasconcelos Guevara, ex candidato priísta, jerarca cetemista y candidato de la alianza PRIANPRD a la presidencia municipal de Coatzacoalcos, investido con ropajes de honestidad, declaró que su facción política impugnó ante el OPLE el resultado de las pasadas elecciones municipales.
Afirma que junto con sus asesores legales, presentó pruebas suficientes para exigir la impugnación de los comicios del pasado domingo 6 de julio.
Dijo que esas elecciones fueron, según él, una “elección de estado”.
Algo de lo que el PRIANPRD sabe y mucho.
Así fue sexenio tras sexenio: los fraudes electorales y las imposiciones se sucedieron durante los gobiernos del PRI, PAN y PRD hasta que decidieron salir del clóset y mostrarse como lo que siempre fueron: el PRIANPRD.
Ahora, el hartazgo popular hizo valer su voluntad en las urnas y nuevamente favoreció al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
La voluntad popular es algo que desde su soberbia sin límites, no reconoce, identifica o comprende Vasconcelos Guevara.
Como tampoco sus asesores y cuidapuertas a quienes les conviene que el cacique cetemista siga empecinado en ser Presidente Municipal de Coatzacoalcos pues seguirán justificando el sangrado a las arcas cetemistas y los abultados bolsillos de Carlos Vasconcelos.
De lo que no habló Vasconcelos Guevara, fue que si fue víctima de un fraude: por parte de los caciquillos de banqueta: Noriel Prot Álvarez y Gersaín Hidalgo Cruz, los cuales “le pedalearon la bicicleta” y volvieron a salirse con la suya pues lograron sendas regidurías y no le refirieron a “La Amenaza” los resultados electorales prometidos.
Es precisamente a estos últimos personajes y a otros de la misma calaña a quien el veterano priísta debe denunciar por haberlo engañado y a quienes les compró cuentitas de vidrio y espejitos.
Lo de Vasconcelos Guevara es vergonzante.
No acepta que los porteños no votaron por él.
No le cae el veinte que el mundo cambio y que si hubiera salido a ayudar y apoyar a los trabajadores y obreros durante la Pandemia en 2020, quizá hubiera obtenido una mayor aprobación ciudadana y haber perdido con dignidad.
Ahora, irá del reclamo al ridículo.
Es pues el verdadero exponente del lamento del dinosaurio.
La ignominia priísta en pleno.