Parábola X
Por Plinio Soto Muerza
El domingo escuche la noticia, circulaba ya por todos los portales de las agencias internacionales de noticias: Kabul había sido tomada por las fuerzas del Talibán, y con gran rapidez, la foto del helicóptero sobrevolando la embajada de los Estados Unidos a muchos recordó Saigón; aquella imagen de la huida del personal norteamericano ante la captura de la capital vietnamita por parte de las fuerzas del Vietcong, sólo que en esta ocasión la huida es derrota con otros rostros, y si en los setenta la caída de Saigón abrió posibilidades de construcción de un proyecto socialista, hoy la huida abre las posibilidades del retorno de uno de los regímenes más oscuros por su fundamentalismo religioso.
La foto de Kabul me llevó a otra imagen, que capturó la reunión que sostuvo el entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan, allá por 1982, en la mismísima Casa Blanca, con cinco representantes del movimiento de resistencia antisoviética en Afganistán, que fueron conocidos como los Muyahidines. En la foto sobresale por cierto la presencia de una mujer, que gesticula con las manos, lo que probablemente signifique el trabajo de una traductora, y a la que Reagan observa atentamente.
La referencia a la fotografía es porque la huida de Kabul, por parte del personal militar de los Estados Unidos, representa una gran paradoja histórica, ya que fue el gobierno de Reagan el que financió, incluso en forma ilegal, a los Muyahidines, y fueron ellos al final los que abrieron el paso al movimiento extremista religioso, que hoy conocemos como los Talibanes.
La victoria de los Talibanes es al final de cuentas, una consecuencia de la propia política norteamericana hacia Asía central, y parte de sus estrategias geopolíticas como potencia global.
Si bien los Muyahidines no son los Talibanes, nada es más cierto que la ayuda militar y financiera que brindó la administración de Reagan a la resistencia antisoviética, a través de una amplia operación que se conoce hoy como Operación Ciclón, operada por la CIA, sentó las bases para la creación del movimiento Talibán, que tuvo como punto de partida las zonas fronterizas con Pakistán, en las llamadas Madrazas, casas de estudios del islam a donde acuden cientos de niños y adolescentes afganos y pakistaníes, donde son adoctrinados bajo los más estrictos dogmas de la fe musulmana.
Desde su fundación, los Talibanes se propusieron crear un Estado Islámico, regido por la Ley de la Sharia, cuerpo de leyes que tienen sustento en el propio Corán, y que tiene vigencia en algunos países, curiosamente aliados estratégicos de los Estados Unidos, como Arabia Saudita, de donde proviene en su mayoría el financiamiento de las madrazas.
Así que después de 20 años de guerra de ocupación por parte de los Estados Unidos, el triunfo de los Talibanes no hace sino coronar una política norteamericana de financiamiento de conflictos. A muchos les ha parecido inexplicable el rápido avance de las fuerzas del Talibán, y la caída de Kabul, pero más inexplicable es que los servicios de inteligencia de Estados Unidos, ocupando un país por 20 años, no hayan prevenido atinadamente el derrumbe de gobierno de Ashraf Ghani, más con la experiencia que tuvieron hace 46 años en Saigón.
La llegada al poder de nueva cuenta de los talibanes, da cuenta de una brutal derrota moral de los gobiernos de George Bush, Barack Obama, Donald Trump, y Joe Biden, que cargaran la inutilidad de las vidas de 2455 soldados norteamericanos, y otros mil de sus aliados, y la muerte de más de cien mil civiles afganos, así como el costo exorbitante de 2,261 billones de dólares. Una derrota descomunal donde unos volvieron a hacerse inmensamente ricos (industria de la guerra), y millones fueron condenados a vivir miserablemente.
Nada nuevo y para bien puede esperarse del retorno de los talibanes al poder en Afganistán, su triunfo que más bien parece pactado en un gran tablero geopolítico, viene a reconfigurar las frágiles relaciones que existen en esa región del mundo, donde convergen múltiples intereses de países como China, Rusia e Irán, y poco a poco iremos viendo el desarrollo de nuevos procesos históricos en esa región del mundo.
Por lo mientras, la foto de la huida de Kabul, no me recuerda al jubiloso triunfo en Saigón, más bien me preocupa que la foto de Reagan sea un mal augurio para una nueva época oscura.