Por Belen Larrinaga y Plinio Soto
Uno de los principales errores que ha cometido morena, como partido, es su distanciamiento de los
movimientos sociales que se desarrollan en el seno del pueblo. Una vez conquistado el gobierno
federal, y en la medida que se extendieron los triunfos estatales, una visión equivocada ha sido creer
que los movimientos sociales deben de abandonarse porque ya se tiene el espacio público de las
decisiones estatales: craso error.
Los movimientos sociales, que nacen las entrañas del pueblo, ya sea en la defensa de la naturaleza,
o de los derechos de los trabajadores, no deberían ser tomados como extraños, o incluso
contradictorios con el proceso de gobierno que encabeza morena como partido. Muy al contrario,
el partido debe reorientarse hacia ellos, los cuales dan vida y sentido a los proyectos populares.
Hacer lo contrario es consolidar una visión burocratizada del poder y de la política. Son los
movimientos sociales, como acciones colectivas, con demandas claras y específicas, los que
fortalecen al propio gobierno emanado del partido, que desde que nació, se definió como
movimiento.
Regresar a las calles es una tarea inmediata que deberá asumir el partido, para ser el movimiento
que defienda las acciones de gobierno, en la construcción de un poder popular que sustente a largo
plazo al rescate de la soberanía nacional. Alejarse de los movimientos sociales, ponerles distancia e
incluso llegar a despreciarlos, es un error pone al partido movimiento en debilidad contra la
embestida de la derecha conservadora. Ganar de nuevo las calles, posibilita movilizar al pueblo con
el objetivo de profundizar el proceso de transformación; implica de igual forma, alejar la tentativa
de asumir sólo la idea del ciudadano elector, en detrimento de lo popular. Es momento de
comprender que no basta con ganar elecciones, sino de movilizar cotidianamente el torrente
popular en la construcción de nuevas formas de hacer y entender la política.
El regreso a las calles, en forma organizada, con claros objetivos inmediatos a favor de la
movilización popular a través de sus múltiples movimientos, podrá contribuir a la defensa del
proyecto de la cuarta Transformación, en una perspectiva posterior al 2024. Si la derecha
conservadora intenta asaltar las calles, enfrente deberá de encontrar un pueblo movilizado y
organizado, que defenderá los derechos conquistados; no ver la urgencia de poner de nuevo en
movimiento al movimiento, fuera de la simple lógica electoral que incluso vicia y pervierte los
horizontes, es fundamental para avanzar en lo inmediato.
Morena debe de reorientarse hacia los movimientos sociales, también como la mejor manera de
contener y erradicar los vicios de la burocratización y la perversión de la política, que se retrata de
la mejor manera en la concentración de las decisiones en pocas manos, de liderazgos ajenos a las
luchas del pueblo, que se han enseñoreado en los espacios públicos creyendo que les son suyos, o
que son los únicos que deben de estar presentes. El manejo patrimonialista que últimamente ha
sometido al partido, lo ha venido vaciando de contenidos populares, porque la nueva elite
reproduce exactamente lo mismo del pasado. Regresar a las calles es, por lo tanto, la mejor solución
frente las lógicas elitistas, y perversas en las que han caído una serie de liderazgos que anteponen
sus intereses y vanidades, por encima de voluntad popular.