Cosas de la ideología
Tustra Lacosa

Todos los militantes verdaderos y comprometidos con cualquier causa, política, deportiva, cultural, etc., deben procurar y cultivar esa vocación a través de la ideología que los lleva a comprometerse.

Porque no hay actividad humana que no lleve implícita la ideología, digan lo que digan quienes niegan esta aseveración.
Y no cabe duda que en realidad lo que niegan o intentan negar, es la ideología del contrario y hacer valer la propia, cómo está ocurriendo en las filas de Morena, donde el grupo que se apoderó del partido, pretende negar el derecho y el valor que tienen aquellos que participaron en la formación del instituto desde mucho antes que los detractores se vieran en estas filas.

El ejemplo más claro y contundente de que la ideología se mimetiza con el amor a la causa, es el mismo presidente de México que defiende su postura a capa y espada.

Lo anterior no significa que la ideología que procura el mandatario, sea la misma que ostenten los militantes.

Y queda muy claro que entre la misma militancia muchos operan con ideologías diferentes y lo peor, antagónicas.

 

La mayoría de quienes se embarcaron en la aventura de la transformación del país, desde que el ahora presidente recorría el territorio nacional, creen que es posible un cambio profundo en la política mexicana y recuperar plenamente la soberanía.

Otros, en cambio, llegaron arrastrados por la ambición y operan con los mismos métodos del régimen que se pretende erradicar.

Y, como es necesario llevar la fiesta en paz, recurren a la falacia, la mentira y en casos extremos, a la violencia para hacer valer su postura y aplastar la del rival, silenciarlo, para que sus argumentos no lleguen a la médula que le dio origen al movimiento transformador.

Con el poder que han acumulado a la sombra del mismo mandatario, encaminan el rumbo de Morena hacia un destino parecido a lo que fue el príato en el pasado reciente.

Esa ideología del partido eterno y autoritario la traen pegada en los genes y la reproducen con el arma que emplearon entonces: la corrupción.
Así, en el seno de la esperanza transformadora, se gesta la más grande traición al pueblo confiado y a una Patria burlada desde hace décadas.

Los sainetes protagonizados en las reciente elecciones internas de Morena reflejan esas ambiciones, ideologías contrarias enfrentándose brutalmente en una encarnizada lucha por el poder.
Aprovechan el juego de la democracia y lo pervierten, lo corrompen, lo ensucian y luego se victimizan en un proyecto propagandístico para confundir al resto de la gente.

Así, el desánimo cunde en muchos de quienes ya habían decidido participar, vuelven a la apatía y el valemadrismo.
Los campeones del gatopardismo ya viven en Morena, tienen nombre, apellido y un reconocido pasado.

Por STAFF