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Revelaciones
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En la naturaleza, el único ser que genera basura, es el humano. Ninguno de los otros seres que habitamos este planeta hace que sus desechos se conviertan en basura que a la larga afectarían su propia convivencia.
Pero los humanos no seguimos los patrones naturales; nos hacinamos en ciudades colonias y barrios y organizamos un sistema en el cual alguien debe encargarse de nuestra basura.
Sin embargo, jamás advertimos que nos convertiríamos en una eficiente fábrica de basura, porquería que poco a poco nos fue superando y ahora amenaza con ahogarnos.
Somos más de seis mil millones de habitantes en este planeta, un pequeño ejercicio de imaginación permite visualizar la cantidad de elementos que una vez consumidos, se convierten en basura.
Es un problema global, el mundo entero padece del mal creado por los humanos, pero hay quienes han dedicado tiempo y recursos para paliar o solucionarlo el tema, mientras que en otras partes del orbe preferimos quejarnos y señalar culpables.
Insisto, aunque muchos se molesten, no se trata de un problema del gobierno, aunque para efectos del apapacho social y suma de simpatías así parezca.
La producción de basura es una especie de tributo que cada ciudadano debe pagar por vivir en este sistema de comodidad y confort.
Cada familia y cada individuo aporta diariamente y a cada instante su cuota de basura, póngala donde la ponga, no deja de ser basura, desecho, cosa sin utilidad adquirida a fuerza a cambio de no hacer mayor esfuerzo para tenerla.
Por eso, cada persona, cada ciudadano es responsable del problema; con su aportación de basura a la comunidad da vida a los basureros, clandestinos o no, a los contaminantes “rellenos sanitarios” que transforman el paisaje en algo horrible y apestoso de lo que luego nos quejamos plañideramente.
La producción de basura es una especie de tributo que cada ciudadano debe pagar por vivir en este sistema de comodidad y confort
La basura es el resultado de una sociedad consumista de productos artificiales no afines al proceso natural, que pasan por un proceso de acumulación y estorbo, primero en las manos del individuo, luego en el ámbito familiar, después en la calle y finalmente, la masiva acumulación de desperdicios, montañas de porquería generando veneno para todos.
Entonces, si cada uno de nosotros generamos una cuota diario de basura, significa que somos parte de un gran problema comunitario; por lo tanto responsables de aportar alguna solución.