Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Hace algunos años, justo cuando Miguel Ángel Yunes Linares se preparaba para asumir el cargo de gobernador de Veracruz, un diputado de Morena recién electo me dijo estar preocupado porque el llamado “demonio azul” podría refundar al PRI en el PAN.
El tiempo mostró que esa preocupación distaba mucho de la realidad, pues la intención del Yunes del estero era montar su propio cacicazgo, su imperio.
Lo que debe preocupar a aquel hoy ex diputado, es ver cómo el PRI se desbarata con la anuencia de quienes lo mantuvieron vivo y rozagante.
Una de las características del sindicato petrolero es su capacidad para acomodarse a las circunstancias y, cuando eso no se logra, entonces el sistema lo acomoda a sus circunstancias (recuerdo a la Quina).
La grandeza del PRI en la zona sur de Veracruz, se debió principalmente al sindicato petrolero, que surtía de personal y recursos económicos al tricolor, sometiéndose siempre a los caprichos del presidente en turno.
Así intercambiaban favores y se permitió la consolidación de grandes cacicazgos según fuera el tamaño de la membresía de la sección que se tratara.
Todo cambió en 1982, cuando Miguel de la Madrid, desde la presidencia de la República, preparaba el terreno para la llegada del neoliberalismo.
En aquel tiempo, comenzaron los estirones entre el presidente y la cúpula del sindicato petrolero (“…se hunde usted, se hunde el país, nos hundimos todos…)
Un bazucazo bastó para desbaratar al poderoso sindicato, rápidamente los rivales del líder se acomodaron del lado del presidente aplaudiendo el arranque del desmantelamiento de Pemex.
Antes, cuando de la Madrid señaló con su mágico dedo a su sucesor, un notable grupo de priistas abandonaba las filas del partidazo.
Entonces, encabezados por Cuauhtémoc Cardenas y Profirió Muñoz Ledo, fundaban un príato tradicional al que llamaron PRD, donde muchos nos fuimos con la finta, creyendo que de verdad habría una transformación en el país y hasta los partidos de izquierda se sumaron al juego y quedaron despojados de la nomenclatura “de izquierda”.
La respuesta del pueblo de México a aquella hazaña fue increíble, millones se sumaron a lo que podría ser el ansiado cambio en las vidas de mexicanos empobrecidos.
Pero eso no sucedió. Las condiciones internas del PRD, con muchos ingredientes traídos del tricolor, provocaron su debacle y la historia se repitió.
Notables perredistas, expriistas, abandonaron al partido amarillo para fundar lo que ahora es Morena.
Antes, en los sindicatos, destacándose el petrolero, las cúpulas pastoreaban a sus trabajadores llevándolos hacia donde lo ordenaba el presidente en turno.
En esta ocasión, fueron los trabajadores los que se movieron, a los líderes les quitaron al gran pastor y los trabajadores se sumaron a la nueva esperanza de un cambio.
Hoy esa cúpula sindical vuelve a acomodarse, en una nueva simbiosis antinatural, mientras los obreros, fieles a su costumbre, permanecen quietecitos.