Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Casi llegando al primer cuarto del siglo XXI, el fantasma de la guerra global está nuevamente presente, el mundo polarizado otra vez, ahora con más potencias nucleares y la desmedida ambición de un solo país por adueñarse del mundo.
A eso debemos agregarle que gran parte de una generación de jóvenes está sumida en un mundo de fantasía, con mucha tecnología en sus manos, que hasta el esfuerzo de pensar lo hacen las máquinas.
Sumamos más, las máquinas inteligentes van adueñándose de los puestos de trabajo de todo tipo y los empleos que aún son ocupados por humanos, cuentan con salarios bajísimos para una juventud que arranca su vida laboral.
En estos momentos en Mexico, quienes pueden jactarse de contar con excelentes salarios son los políticos en cargos públicos que, en medio de la austeridad franciscana, ostentan salarios ofensivos para quienes no tienen la suerte de de aspirar a una chamba así.
Los obreros mejor pagados del país se alejan de la realidad nacional creyendo pertenecer a una clase social que los repudia.
Fuera de ahí, los jóvenes con licenciaturas y hasta maestrías, buscan afanosamente conseguir un buen trabajo y si bien les va podrían terminar en un Oxxo o cualquier otra tienda de conveniencia.
Además de ser la generación de cristal, también es la generación de la desesperanza, de vivir un mundo ilusorio en redes sociales pero la realidad los aplasta y al mismo tiempo se niegan a aceptarla.
No hay en la sociedad mexicana estímulos al talento social, masificados quienes soñaron con destacar en el mundo real, terminan hundidos en la depresión y ansiedad por no poder volar como se los indujeron en las aulas.
Podemos ahí encontrar respuesta a las interrogantes sobre los incrementos de la drogadicción, los suicidios y los asesinatos.
Muchos encuentran solución a sus carencias económicas en la delincuencia y otros afortunados les va bien cómo influencer de nada en redes de internet.
Mientras los políticos se pelean por los cargos bien pagados, la sociedad debería organizarse para buscar resolver esa problemática y no esperar a que vengan diputados a resolver la situación.
En tanto, el mundo se convulsiona ante una élite empeñada en atentar contra la humanidad en aras de la economía, las grandes empresas ya prescinden de las personas y robotizan sus procesos productivos; la Inteligencia Artificial es la panacea para el capitalismo, pues ya no tienen que pagar salarios y prestaciones.
La esperanza de la humanidad aún está en la juventud, que en cada época turbulenta de la sociedad, en todas las naciones, de todas las culturas, logra imponer el sello de su generación.
Los jóvenes del futuro ante un panorama gris, por lo menos como lo percibimos en este momento quienes nos formamos de otra manera, pero puede apreciarse que en 20 años, si la élite mundial logra continuar con sus planes, se vivirá en un planeta deshumanizado, manejado por unos cuantos, apoyados en máquinas inteligentes.
¿Que gen maligno engendró a aquellos que dictan el rumbo social? Que en su afán de riqueza infinita se atreven a negar a sus congéneres.
Sin embargo, la esperanza de la humanidad aún está en la juventud, que en cada época turbulenta de la sociedad, en todas las naciones, de todas las culturas, logra imponer el sello de su generación.
A esta, que recibe la estafeta de la generación que va de salida, le dejamos un pesado paquete, con programas de educación obsoletos, pues permitimos una etapa donde se ponderó más a un futbolista que a un médico, admiramos más a una curvilínea mujer que a una científica, permitimos que se rompiera el equilibrio Mujer-Hombre, gracias a la masiva propaganda.
La sociedad se convulsiona sobre sí misma, como víctima de sus propios avances, el progreso niega ahora la esencia humana y una minoría poderosa se encarga de conducir a la humanidad hacia el desfiladero.
Esa minoría convirtió al planeta entero en una mercancía, arrebata, aniquila, suprime culturas enteras a fuerza de guerras contra quienes no se ciñen a su caprichos y los sometidos, solo juegan el papel de esclavos, creyéndose cómplices.
El mundo más allá de la política, es otra realidad, en las tribunas de parlamentos y congresos, solo quejas se escuchan. El poder está en la sociedad, organizarse, reorganizarse para salvarse a sí misma.