Revelaciones
Margarito Escudero Luis
El fin del siglo pasado coincidió con el cambio de gobierno Federal, gobernaba Ernesto Zedillo Ponce de León, del PRI en plena época neoliberal.
En la contienda electoral, el candidato priista fue Francisco Labastida Ochoa y por el PAN Vicente Fox Quesada.
Ganó el panista de calle, luego de una campaña populachera, que vendió al candidato como un hombre bragado, de botas y sombrero y con un léxico coloquial, muy al estilo de los mexicanos.
Es decir, en lugar de ofrecer a las masas proyectos, programas y promesas de superación, vendieron la imagen de un personaje pendenciero y malhablado, como si eso fuera garantía de un buen gobernante.
Fox inició la era de los discursos vacíos pero con lenguaje que encantaba a las masas mexicanas; llamó a los priistas, corruptos, tepocatas, víboras prietas y prometió sacar al PRI de Los Pinos.
Aquel discurso sedujo a los mexicanos ansiosos de un cambio verdadero, el hartazgo por el PRI y los priistas era más que evidente; el empobrecimiento de la gran mayoría se agudizaba, mientras aparecía una nueva camada de multimillonarios al amparo de los negocios con el gobierno.
Sacó al PRI de la entonces residencia oficial, pero al poco tiempo volvió a meterlos y quedó de manifiesto el maridaje, amasiato y complicidad del PRI, PAN y la ultraderecha.
Hoy esa ultraderecha está tomando aquel formato, ahora con la imagen de una mujer a la que quieren mostrar como luchona y triunfadora en los negocios a partir de un pequeño emprendimiento vendiendo gelatinas.
Además, le endilgan origen indígena de pobreza extrema para despertar la ilusión entre la raza de bronce que por fin tendremos otro presidente indígena en la persona de Xóchitl Gálvez.
Sacó al PRI de la entonces residencia oficial, pero al poco tiempo volvió a meterlos y quedó de manifiesto el maridaje, amasiato y complicidad del PRI, PAN y la ultraderecha
La misma receta de hace más de 20 años, usando el populismo como propaganda y solamente para eso, porque una vez encaramado en la presidencia, Fox se olvidó de sus promesas de acabar con la pobreza y la corrupción y se entregó a los brazos del proyecto neoliberal, pues finalmente el PAN y el PRI de Salinas fueron y siguen siendo carnalitos con los mismos objetivos.
Una masa popular adormecida por la propaganda de la ultraderecha, es fácil presa del engaño; mucho ciudadanos mexicanos que viven gracias a su salario, creen que son privilegiados igual que los millonarios y al escuchar hablar a alguien con las mismas palabras que se utilizan a diario, creen que es alguien que se identifica con ellos.
La señora Gálvez solo es la punta de la lanza con la que pretende la derecha herir nuevamente al pueblo de México.