Sergio Antonio López Acosta
Luego de vivir 36 años de régimen neoliberal que agudizó la crisis económica, incrementó la violencia y canceló las oportunidades del pueblo mexicano, el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador cambió todo de raíz e inició una revolución cultural, social y política.
Modestia aparte del presidente que, con justa razón le da su lugar protagónico al pueblo, debemos admitir que él ha sido el principal artífice de esta transformación y sin él nada de esto hubiera sido posible.
El efecto de AMLO en las urnas
Para echar a andar la Cuarta Transformación primero había que ganar las elecciones presidenciales.
Desde 2014 que Morena obtuvo su registro como partido político, se convirtió en la principal oposición, y a partir de 2018 arrasó en todas las elecciones.
Esto responde a algo más que simplemente “convencer al votante”. Detrás de los 30 millones de votos de 2018 estaban acumulados años de descontento ciudadano y el anhelo de un mejor país, y detrás de los 35 millones de votos de 2024, estuvo la ratificación de un régimen que, innegablemente, ha dado resultados satisfactorios a la mayoría de las y los mexicanos. Por encima del partido político yace la causa del obradorismo, la suma de años de luchas sociales por la justicia, la paz y la igualdad.
Desde 2014 que Morena obtuvo su registro como partido político, se convirtió en la principal oposición
Detrás de cada simpatizante está la voluntad de un pueblo consciente de los beneficios de un gobierno transformador, honesto y eficiente que utiliza los recursos públicos para el bien colectivo y ejerce el poder con el propósito de hacer
justicia y no para agredir, destruir o robar, como los anteriores gobiernos del PRIAN.
El principal capital político del presidente es su congruencia y su imagen de limpieza, libre de escándalos de corrupción, asesinatos políticos o narcotráfico.
Esa actitud la traslada a Morena y a sus candidatas y candidatos, con un arrastre tal que incluso quienes no poseen sus mismos valores ni convicciones se han visto favorecidos.
Andrés Manuel, si bien no fue el primero ni el único, sí fue quien consumó esta lucha, entendiendo el descontento y el sufrimiento popular, producto de las desigualdades y las injusticias que unos pocos cometían en contra de millones.
Fue quien transformó esa indignación en una movilización masiva que destronó al régimen de corrupción y de privilegios.