Revelaciones
Margarito Escudero Luis
La hipocresía que mueve a la sociedad quedó de manifiesto en la más alta tribuna del país, donde hay quienes no pueden hablar so pena de ser acusados y linchados mediáticamente por atreverse a actuar consecuentemente.
Pero también hay quienes pueden gritar, insultar, ofender, injuriar y nadie puede reclamarles porque estarían en todo su derecho.
Es la insolencia permitida, escudada tras una vagina que es hoy por hoy la sombra protectora de las atrocidades que pueden cometer algunas féminas, mientras el macho patriarcal debe guardar un sumiso silencio y recibir la andanada de gritos sin sentido en un lugar donde deberían prevalecer las ideas, el diálogo y el debate de altura. Luego del insulto viene la victimización acusando al insultado de grosero.
Así la actuación de la senadora Lilí Téllez cuyo nombre verdadero es María Lilly del Carmen Téllez García, que exigió al presidente de la mesa directiva de la Cámara de Senadores pronunciara correctamente su nombre, cuando la señora es conocida desde sus tiempos de lectora de noticias simplemente como Lilí Téllez.
La insolencia de la Téllez no tiene límites, exige lo que no puede dar: respeto.
Dicen que el ‘hubiera’ no existe; pero qué hubiera pasado si al senador Fernández Noroña le respondiera en el mismo tono.
La insolencia de la Téllez no tiene límites, exige lo que no puede dar: respeto
Téllez le endilgó a Fernández Noroña un apodo, se lo decía desde la tribuna (el lugar de las ideas y el debate de altura), y el ahora senador jamás respondió a su insolencia; pero… ¿Qué hubiera pasado si al político de izquierda se le hubiera ocurrido llamar “changa” a alguna diputada?
Amable lector, amable lectora, piénselo un poco: el senador debió soportar la insolencia de Lilí Téllez solo porque es varón y la señora tiene toda la libertad de insultar, injuriar y traicionar, solo por ser mujer.
Yo sé que muchas damas están sorprendidas y hasta ofendidas por el comportamiento de la senadora Téllez, que no todas (y me atrevo a decir que la mayoría) aceptan que esa sea la actitud que debe tomar una dama ante un varón que le cae mal y llevar su odio o coraje a la Máxima Tribuna de la Nación, donde deberían analizarse y debatirse asuntos relacionados con la buena conducción del país.
El abuso no tiene sexo. Pero el senador no tiene derecho a presentar una demanda por abuso en razón de género. ¡Imagínese lo que le dirían otros varones!
Yo creo que todas las relaciones deben estar construidas sobre una plataforma fuerte llamada RESPETO y, cuando falta el respeto, todo se derrumba.