Revelaciones
Morenistas sienten el latigazo de la decepción
Margarito Escudero Luis
No traicionar al pueblo fue una de las máximas líneas de Morena en su camino por la aceptación de la gente, no mentir y no robar le acompañaron en un discurso que cimbró y convenció a millones de personas que se convirtieron en seguidores casi incondicionales de Andrés Manuel López Obrador.
Pero AMLO ya no está (o eso parece) y en esa ausencia, los responsables de desvirtuar los paradigmas que le dieron origen al ahora partido en el poder, son los que heredaron la estafeta, el bastón de mando, el poder.
Hoy miles de ciudadanos que ofrecieron su apoyo al proyecto morenistas, sienten el latigazo de la decepción, de la traición, de la mentira, ante la arrogancia de los dirigentes que dan entrada a quienes fueron declarados enemigos (no adversarios) del primer dirigente del movimiento transformador; por lo tanto, enemigos de Morena y del pueblo que los rechazó de forma contundente en el pasado proceso electoral.
A quienes el pueblo dió la confianza por la recomendación del mismo AMLO y dónde se encuentra el primogénito del expresidente, el mismo pueblo les está mostrando que están cometiendo un error garrafal que pone en riesgo la solidez del partido y el proceso transformador.
Cuando Carlos Salinas de Gortari designó a Patricio Chirinos cómo candidato del PRI para el gobierno de Veracruz, el patriarca Yunes se adueñó del poder ante la incompetencia del potosino.
Luego quiso ser gobernador y, antes de que terminara la gestión chirinista, renunció a la secretaría de gobierno para tomar por asalto al PRI veracruzano y desde ahí construir su candidatura al gobierno jarocho.
Pero fracasó rotundamente, pues una nueva fuerza política había irrumpido en el país que derrotó casi todas las propuestas de Yunes Linares a los cargos de elección en la entidad.
Luego llegó al PAN y, con esas credenciales de perdedor fue recibido con bombo y platillo, los panistas de verdad se indignaron, muchos se fueron del partido y se formó la nueva camada de militantes azules que contribuyeron a desprestigiar a ese instituto político.
El mismo pueblo les está mostrando que están cometiendo un error garrafal que pone en riesgo la solidez del partido y el proceso transformador
Yunes convenció a la dirigencia panista, se vendió como campeón y pudieron ganar la mini gubernatura y en dos años, en lugar de gobernar, se dedicó a soñar con que podía heredar el gobierno a su hijo consentido.
Pero no sé le hizo. Durante la campaña de López Obrador, usaron las tácticas sucias a qué están acostumbrados, la guerra de lodo, de ofensas y difamaciones, de mentiras, de insultos y diatribas y no le funcionó.
Entre su junior y él mismo, aparecían un día sí y otro también, llenando de epítetos ruines a quien los derrotó apabullantemente en la elección de 2018.
El clan Yunes contribuyó a la caída de los partidos PRI, PAN y PRD que creyeron en individuos ruines.
Hoy que Yunes Márquez es ungido como integrante de Morena, con la complacencia de aquellos que fingieron enarbolar la bandera de la Cuarta Transformación, sin ver el daño que causó su familia en los partidos de dónde vienen algunos de esos morenistas como Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández, la indignación surge desde el alma misma del movimiento, de las redes ciudadanas, de los que tocaron puertas y creyeron que repartiendo el periódico Regeneración, estaban luchando para transformar al país.
Dicen que solamente cada cien años surge un verdadero líder transformador, el pueblo decidirá si quiere esperar un siglo para recibir a otro AMLO o manifestar su indignación descontento y decepción por las decisiones cupulares o decide no tragarse los sapos que los políticos acostumbran tragar sin hacer gestos.
La lección que están dándole al pueblo es la del gatopardo: “que todo cambie para que todo siga igual”.
La gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, que recibió el mismo trato sucio que su maestro López Obrador, ya levantó la voz.
¿Quién quiere seguirla de verdad? O son lo mismo que aquellos…