Por Plinio Soto Muerza

 

El actual proceso para la definición de candidaturas en Veracruz, llevado a cabo por morena, ha dejado un sin número de inconformidades, que como se había pronosticado, se han empezado a canalizar hacia el PT.

Cuando se dio a conocer que la Coalición morena-PVEM había dejado a un lado al PT, algunos deducimos que era parte de una estrategia nacional, y no un rompimiento real por diferencias en el número de candidaturas que cada partido podía lograr obtener. El sentido final de esta estrategia, es evitar  el conocido efecto Monreal, inaugurado en la política partidista mexicana allá por 1998.

Es prudente recordar que, cuando Ricardo Monreal fue excluido de la candidatura al gobierno de Zacatecas por el PRI, a pesar de contar con una fuerte presencia en la sociedad y encabezar las preferencias electorales, decidió incorporarse al PRD y ser su candidato. En ese momento de la llamada transición a la democracia, Monreal conto con todo el apoyo de la dirección nacional del PRD y de su precandidata en ese momento, Amalia García; además logró el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente del CEN del partido del Sol Azteca. El resultado es bien conocido: el triunfo aplastante de Monreal y la derrota por primera vez en Zacatecas del PRI.

El efecto Monreal dio pie a una serie de desprendimientos de cuadros de diversos partidos que, contando con apoyos, simpatías, estructuras y preferencias electorales, al ser excluidos de las candidaturas, los abandonaron para irse de candidatos a otros partidos. De hecho, en muchos análisis y estudios de la democracia mexicana, se ha comentado que este fenómeno, contribuyó al deterioro electoral del PRI y su posterior derrota a nivel federal.

Sin embargo, el llamado efecto Monreal a la larga, también provocó una de las mas terribles prácticas que se conoce en México: el “Chapulineo”, es decir, el cambio de camisa partidista para lograr candidaturas, sin el menor pudor, dejando atrás los discursos y debates en torno a identidades, ideas, ideologías y compromisos con proyectos de construcción social. El “Chapulineo”, ha devenido en una practica que esconde los más oscuros intereses de corrupción política. La degradación política de los partidos se muestra elección tras elección al dar cabida a terribles casos de “chapulineo”.

El debate en torno a las postulaciones de candidatos de otros partidos incluso antagónicos y contradictorios, lleva sus dimes y diretes, algunos defienden esta practica y otros la critican. En algunos casos han contribuido a fortalecer procesos de transición y alternancia, y en otros a profundizar cacicazgos territoriales. Sin embargo, en el actual periodo de la llamada 4 transformación, la practica del “chapulineo” en morena revienta la organización y la movilización de masas que defiende y reclama profundas transformaciones. Es decir, si el “chapulineo” en épocas del viejo régimen posibilitó rompimientos en la hegemonía del PRI y PAN, en el actual proceso resulta un contrasentido mantener esa practica en y desde morena, como partido movimiento que postuló el principio de la transformación del hacer y pensar la política en México.

Para decirlo en otras palabras, la practica de postular viejos integrantes del PRIAN en el actual momento de la 4 transformación ya no se puede justificar y sólo se entiende como el resultado del ejercicio de la política de acuerdos y negociaciones a espaldas de las masas que apoyan el proceso de transformación social. Lo anterior tiene una lógica apabullante: si el movimiento hoy hegemónico se gestó en respuesta a la vieja clase política que hizo de la corrupción la forma de gobierno, y se organizó para luchar contra aquellos que hacían de la política negocios para favorecer sus intereses privados por encima de la sociedad, no es posible que morena hoy postule a viejos representantes de los partidos que representan al viejo régimen. En todo caso hubo un periodo donde algunos representantes de ese viejo régimen se atrevieron a romper con sus pasados y se integraron a las bases y a la movilización por la transformación, muchos de ellos antes del histórico triunfo del 18, lo que significó un avance cuantitativo y cualitativo en la organización del movimiento; pero lo anterior ya no se explica cuando quienes hoy son postulados por morena, hace unos pocos años y meses lo combatían. No hay justificación posible que morena postule a integrantes de los grupos tradicionales de los caciquismos locales identificados con el PRIAN.

El tema en Veracruz ha generado muchos descontentos y ha abierto de nueva cuenta el debate: ¿Voto de castigo? ¿abstencionismo? Cuál es el camino y la respuesta que deberán dar los votantes de morena cuando se les presentan a los mismos que ayer se identificaban como verdaderos priistas y panistas y que, juraban defender sus privilegios contra el “autoritarismo” de morena? En las próximas semanas, sin duda asistiremos a un amplio y profundo debate del sentido de la política, que debe darse en aras de todos aquellos que han dado su tiempo, esfuerzo y sacrificio por lograr transformar la forma de hacer y entender la política en México.

Habrá algunos, tal vez los menos, que habiéndose “transformado” en nuevos promotores de la morena, tengan compromisos con sus comunidades, pero tendrán que mostrar en los hechos concretos, que habiendo dejado sus privilegios, actúan hoy con los principios fundadores del movimiento por la 4 transformación; principios que fueron construidos en el seno del pueblo cuando ellos, gozosos, se deleitaban con el poder del viejo régimen. Aquí en este punto, el tiempo no perdona, y poco tiempo tienen para mostrar que pueden ser verdaderos representantes de la transformación. Pero en general, dice un refrán popular que: “viejos chango no aprenden maromas nuevas”.

En los próximos días, finales de marzo, veremos como se desarrolla este debate. Estaremos atentos.

Por STAFF