Revelaciones

Margarito Escudero Luis

En los últimos días, Veracruz se ha cimbrado ante hechos violentos, inocultables, evidentes, pero las autoridades se empeñan en decir lo contrario.

El asesinato de la presidenta municipal de Jamapa es quizá, el hecho más notorio y más escandaloso porque finalmente involucra a funcionarios del gobierno estatal, evidencia la corrupción e intereses grandes, tan importantes como para quitarle la vida a una persona.

Pero las cosas no quedan ahí. Igualmente violento es el doble asesinato ocurrido en una gasolinera de Minatitlán, el miércoles 11 de noviembre.

Y esos son los casos del mismo día, en diferente hora y lugar, pero que se suman a otras ejecuciones de las recientes semanas. Lo bueno de todo es que la incidencia delictiva va a la baja, según estimaciones oficiales.

La percepción de la ciudadanía es localista; es decir, se percibe con mayor fuerza lo más cercano, lo que sucede en Minatitlán sacude a esa ciudad, igual si el hecho es en Coatzacoalcos, donde policías se apresuraron a retirar una “narcomanta” de un distribuidor vial, la mañana del jueves 12 de noviembre.

El caso es que a lo largo de la geografía veracruzana están ocurriendo hechos violentos, desde el asesinato de una mujer electa para el cargo de presidenta municipal, hasta la desaparición de una jovencita en Coatzacoalcos.

Y en el cúmulo de actividades oficiales, cuatro o diez delitos de cualquier impacto, pueden ser pocos para la estadística oficial, mientras que las familias sufren la pérdida, incertidumbre e injusticias ante una autoridad que no se empata con la gente.

Cuatro o diez delitos de cualquier impacto, pueden ser pocos para la estadística oficial, mientras que las familias sufren la pérdida, incertidumbre e injusticias

Para una familia que pierde a un ser querido, el mundo se derrumba, el golpe es devastador y no hay cabida para análisis estadísticos, así que la frialdad con que se manejan estos casos hace que la gente perciba una autoridad omisa, ajena y hasta burlona del dolor de esas pocas familias veracruzanas que padecen el látigo de la delincuencia.

De ahí, lo más fácil es criminalizar a las víctimas, tanto a los caídos como a los parientes, antes de hacer cualquier investigación.

Las elecciones venideras son una preocupación para las autoridades, mueven sus piezas y buscan permanecer en un poder que la gente les otorgó de manera abrumadora y, pareciera que no han sabido corresponder a esa confianza ciudadana. Ese dato lo tienen, lo saben y debe ser un punto a tratar de forma propagandística más que con acciones efectivas con resultados tangibles.

Pero la realidad está rebasando la perspectiva oficial. Puede que dos o tres crímenes no sean de gran importancia en el ámbito estatal, menos en el nacional, pero en un espacio menor, como es el territorio de una ciudad o un poblado más pequeño, la percepción del ciudadano es más aguda, los hechos se aprecian en dimensiones más grandes y desde esa perspectiva se juzga, concluyen y toman decisiones.

 

Por STAFF