Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Sin enemigo poderoso visible al frente, suponer que ya se tienen todo ganado puede ser un terrible error.
En el caso de Morena, el tema es más delicado, ya que ostenta un liderazgo único y los dirigentes que responden a ese liderazgo suponen que van en caballo de hacienda rumbo a una contienda donde no hay rival fuerte.
Y en esa soberbia, no reparan en el daño que hacen al partido y al proyecto transformador evidenciando sus fobias hacia los grupos que conforman el instituto político.
Entonces, desde afuera cualquier ciudadano puede concluir que, si bien Morena no tiene rival fuerte al frente, sin duda tiene al enemigo dentro.
Lo ocurrido en Minatitlán el domingo pasado mostró a una dirigencia que desprecia cualquier otra opción que no sea la propia, pero en la contraparte también se muestra su aversión por el grupo que encabeza Mario Delgado, dirigente nacional de Morena.
El tema es delicado, toda vez que la percepción ciudadana se polariza y aquella unidad que mostró el partido en la pasada elección presidencial se muestra fraccionada.
Minatitlán es un importante bastión morenista, donde el cacicazgo petrolero ha dominado durante décadas el poder político, mismo que le fue arrebatado con la fuerza de Morena.
Pero, durante las primeras apariciones de Sergio Gutiérrez Luna en la petrolera ciudad, tuvo encuentros con la dirigencia sindical y otras organizaciones identificadas con el cacicazgo.
Y a ese grupo apoya con su presencia Mario Delgado, junto con los funcionarios que le acompañaron ese domingo.
Por supuesto, es necesario destacar la ausencia de alguna representación oficial del estado de Veracruz.
Quienes de verdad estén interesados en continuar con la misión transformadora que encabeza el presidente Andres Manuel López Obrador, deberían poner más atención a este conflicto de intereses que ya está evidenciado directamente por el dirigente nacional de Morena.