Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Desde los tiempos de la Guerra Fría, científicos y expertos en asuntos climáticos, advirtieron que el planeta estaba viviendo un cambio climático, un calentamiento global que debía ser atendido por las autoridades para revertirlo.
En la década de los 70’s se hizo público que se había producido un agujero en la capa de ozono, provocado por el abuso de los gases fluorocarbonados y se advirtió sobre el daño que podría ocurrir a la humanidad si no se hacía algo al respecto.
Pero nadie hizo caso. El problema siguió creciendo, haciéndose más grave. Hubo infinidad de artículos publicados en cientos de revistas y de ahí no pasó.
Las advertencias cayeron en oídos sordos del país que en ese tiempo era el dominante en gran parte del planeta; políticos de los Estados Unidos negaron que existiera un calentamiento global, a pesar de las evidencias presentadas por la comunidad científica.
Los especialistas advirtieron que, de no actuar en aquel tiempo para revertir el calentamiento global, cada vez habría fenómenos naturales más intensos; ciclones más violentos, sequías más severas, catástrofes provocadas por el incremento de la temperatura global; el derretimiento de los polos, incrementando el nivel de los océanos; aumento en la temperatura de los mares, causa fundamental en la creciente velocidad y capacidad destructiva de los huracanes.
O sea, sí hubo aviso a tiempo, advertencias ignoradas por quienes pudieron hacer algo a tiempo.
Hoy tenemos los resultados encima. La fuerza de los fenómenos naturales amenaza el estilo de vida pequeño burgués al que nos han acostumbrado, alejándonos de los procesos naturales; aprendimos a ver a la naturaleza como un enemigo y no dudamos en reducirla, ganarle espacios, atentando cada vez contra sus ciclos que regulaban el clima y la convivencia de todos los seres vivos.
Creyéndonos civilizados, adoptamos un estilo de vida lejos del ambiente natural, se construyeron grandes ciudades, muros para protegernos de las inclemencias, retiramos la belleza de los campos e impusimos nuestra visión de paisaje bello, funcional, atractivo para quien pudiera pagarlo.
Aprendimos a ver a la naturaleza como un enemigo y no dudamos en reducirla, ganarle espacios, atentando cada vez contra sus ciclos que regulaban el clima y la convivencia de todos los seres vivos.
Lejos los encargados de mantener ese ambiente de comodidad, se hacinaron en otros lugares diseñados para que pudieran sobrevivir al servicio de los grandes intereses, haciéndoles creer que son iguales que aquellos, que están en el paraíso. Hasta que llegan los huracanes, los sismos, las sequías y con ello, la escasez, el sufrimiento para una humanidad civilizada, sometida a los caprichos del capitalismo voraz y destructor del planeta.
Los medios de comunicación, igual al servicio de esos intereses, se avocaron más a mostrar la supuesta negligencia de autoridades y no la furia de la naturaleza, no las causas que provocan fenómenos con gran capacidad de destrucción.
Fueron al enclave capitalista, el balneario preferido como si no existiera nada más a los alrededores, los pueblos aledaños que también fueron golpeados y destruidos por el meteoro.
Ahora, luego de Otis, tendremos que aprender que de aquí en adelante los huracanes y el resto de los fenómenos naturales, como los frentes fríos, las inundaciones, sequías y sismos, serán más violentos de lo que estábamos acostumbrados.
Si continuamos con nuestras costumbres, el estilo de vida consumista, ignorando los avisos de la naturaleza, no podremos alegar que no fuimos advertidos.