Revelaciones
Margarito Escudero Luis
¿Cuántas democracias existen?, una pregunta que revolotea en mi mente desde hace unos días al observar los movimientos políticos que se presentan en diferentes partes del planeta.
El proceso electoral presidencial en el país que se adjudicó ser el adalid de la democracia en el mundo, dista mucho de ser como el proceso que vivimos en México.
De entrada, en Estados Unidos el ciudadano corriente y común no vota por los candidatos que proponen los partidos, sino que elige con su sufragio a un tipo que votará por el candidato que prefiera. O sea…
Rusia y Ucrania son víctimas de la famosa técnica de “vamos a pelear tú y él”, donde cada bando defiende su propio concepto de patriotismo y democracia.
Acá en nuestro querido México, derecha e izquierda ostentan y propalan su propia idea de lo que es democracia y pelean por hacer valer su verdad.
Lo peor del asunto es que, en cada bando también hay ideas diferentes de lo que significa el concepto DEMOCRACIA.
Según nos enseñaron en la escuela, democracia viene de dos términos del latín, Demos que significa “pueblo” y Kratos que en español significaría “poder”, o sea el Poder del Pueblo.
Una minoría pretende escamotear el derecho a manifestar inconformidades al interior y limitarlos al mero hecho de votar
Aunque no existe una definición precisa y universal de la democracia; la mayoría de las definiciones hacen énfasis en las cualidades, procedimientos e instituciones. Existen muchos tipos de democracia, cuyas distintas prácticas variadas producen también efectos variados.
Y cada quien juega con su entendimiento sobre democracia de acuerdo a las reglas que se impongan en el lugar donde viva.
Pero en México, el maniqueísmo logra imponer una concepción convenenciera y pretende atraer a personas y sectores completos de la sociedad que nada tienen que ver con esos intereses.
El poder del pueblo se mostró ampliamente el pasado dos de junio en las urnas, un reconocimiento a los cambios que se realizan desde la cúpula del gobierno y que está muy claro que muchos de quienes participan en la multimencionada transformación, no están muy de acuerdo con ella y no es de dudarse que actuarán de acuerdo a sus intereses para impedir ese avance social y colectivo.
Las reacciones de unos cuantos ante la respuesta de un empoderado y politizado pueblo que, siguiendo las enseñanzas de su líder, se atreve a protestar por lo que no les parece justo, legal u honesto, muestra ese sectarismo que existe en el seno mismo del partido triunfador, donde una minoría pretende escamotear el derecho a manifestar inconformidades al interior y limitarlos al mero hecho de votar. “¿Ya votaste? ¡Cállate!” y le agregaría “¡Aguántate!”.
Triste reacción que muestra la verdadera esencia de un pasado que se niega a desaparecer, entes que suponen que estar en la cúpula les permite menospreciar el rechazo de muchos a la decisión de pocos.
Variaciones conceptuales de la democracia.