Parábola X
Plinio Soto Muerza
EL 2020 está por concluir, y atrás deja un año difícil y complicado en todos los ámbitos de la vida, con una pandemia que literalmente detuvo al mundo y cuyas consecuencias aún son inciertas. Con millones de enfermos, hospitales saturados, personal médico fatigado, una sociedad fastidiada por el confinamiento, con una economía mundial en recesión, lo que nos espera como sociedad se mueve en el más completo de los océanos de incertidumbre.
Es la incertidumbre rasgo esencial de nuestras sociedades del siglo XXI, y si antes nos movíamos entre la pérdida de empleos y una incierta vida laboral, hoy la salud se coloca como un bien escaso. Salir a trabajar es enfrentarse al reto permanente de poder enfermar y contagiar a los seres queridos. Nos han dicho hasta la saciedad “quédate en casa”, pero la realidad se ha impuesto de forma brutal cuando dos terceras partes de la sociedad vivé en la precariedad absoluta, y no salir significa prácticamente no comer.
La vida es tan incierta en lo que hay de futuro, si es que hay alguno posible en medio de los miedos terribles que golpean. Lo distópico de nuestra realidad ha rebasado con creces a muchas producciones cinematográficas, sólo nos restaría ver zombis pululando en las grandes urbes. Pero con avenidas vacías en las grandes ciudades, estampas que hemos visto a lo largo de este 2020 en muchas partes del mundo, la sensación de desazón nos confirman que el mundo se detuvo brutalmente.
Sin embargo, poco a poco las calles empezaron a verse inundadas por una población global que tuvo que armarse de valor y salir a protestar cuando vio actos de injusticia, como fue el hecho de los actos racistas en Estados Unidos, o de brutalidad policiaca en Europa, o bien en América Latina, donde por ejemplo, en Bolivia el pueblo tuvo que vencer sus miedos y salir a recuperar su destino y su gobierno.
En México, la pandemia ha significad muchas cosas, una excusa permanente para atacar al actual gobierno federal, o bien servir como anillo al dedo en una pretensión de trasformación, que aún le falta muchísimo para poder dar los resultados que se prometió y por los que el pueblo votó en el ya algo retirado 2018.
La vida es tan incierta en lo que hay de futuro, si es que hay alguno posible en medio de los miedos terribles que golpean
Y si a nivel global la incertidumbre es la marca nueva, a niveles locales todo apunta a que esas incertidumbres se tripliquen. En la política electoral, en Veracruz, las cosas no pintan nada bien, y la pandemia parece que es la excusa perfecta para cancelar la participación democrática amplias militancias comprometidas con la transformación del hacer y pensar la política.
En los momentos que corren, desde los pasillos del poder, se acaricia la idea de convertir al partido gobernante, es un apéndice y remedo de lo que fue el partido oficial durante el prianato. Las decisiones verticales, conocidas en la militancia como vulgares imposiciones, se acercan a gran velocidad, en el intento de despojar a la militancia y simpatizantes de morena, de su capacidad organizativa.
Lo que viene en el 2021 a nivel estatal, puede abrir una crisis política de la nueva clase gobernante, que hoy es evidente, ha recogido las peores enseñanzas del pasado para hacer vida pública. Centralizar todo en manos de uns sola persona así sea el gobernante más honesto de la historia reciente en el estado, es una decisión funesta y despreciable. Con ello se cancela la capacidad movilizadora del pueblo, y su voluntad transformadora.
Ya es hora de establecer diferencias, y recuperar la movilización, pese a las sombras de la pandemia que se ciernen sobre la sociedad. Sólo la movilización de las conciencias, pero también en las calles, puede hacer que se recupere de nuevo la capacidad trasformadora del pueblo. La crítica no le hace daño al proceso en marcha, sino a la burocracia que mira solo su espejo y halaga su soberbia, creyendo que puede hacer y deshacer bajo el escudo de millones de votos hace dos años y medio. El tiempo corre, y el péndulo puede girar.
Será un grave error si desde los pasillo del poder en la capital del estado, se piensa que la pandemia creó una incertidumbre que dura para siempre, y que existen las condiciones para evitar movilizar en aras de la profundización del proceso de transformación. Si bien es cierto que ha sido un gran avance impulsar la transformación desde arriba, también lo es que un proceso sólo tiene viabilidad cuando desde abajo se empuja los cambios de ruptura y transformación.