Revelaciones Margarito Escudero Luis
Poco a poco adquiriremos una nueva forma de ver la vida. Tal vez los incrédulos que no tuvieron la experiencia de ver a un ser querido padecer los efectos del Covid-19, seguirán siendo como siempre.
Pero los otros, los que sufrieron la terrible agonía de un familiar muy cercano y no pudieron darle el consuelo de la compañía, ni una despedida de acuerdo a nuestras costumbres y tradiciones. Y aquellos que sobrevivieron al ataque del coronavirus, luego del enojo y del duelo, comenzarán a visualizar que no fueron los únicos, que se trata de una desgracia colectiva donde el egoísmo y las envidias no tienen cabida.
Hay mucha información respecto a la enfermedad, a la pandemia, a las formas de evitar contagios; sin embargo, parece que ese cúmulo de datos pasó desapercibido por la conciencia de un gran número de ciudadanos que prefirió ignorar la contingencia y seguir su vida de manera normal.
No hablo de aquellos que tienen la necesidad de salir a trabajar, ni de los que su actividad es esencial, sino de los que montaron su ignorancia en una soberbia estúpida, tomando la cuarentena como período vacacional arriesgando su salud, su vida y la de los demás.
Cada día estamos más lejos de ver el fin de la epidemia gracias a esas actitudes, así que todos los que esperábamos retomar actividades normales desde principios de mayo, hemos visto prolongar el encierro y alejarnos de aquella normalidad en la que nos movíamos.
La vida nos da muchos golpes, lecciones aprendidas a base de dolor y esfuerzo y, a pesar de todos los avances que la humanidad ha logrado, todavía nos falta aprender que no debemos bajar la guardia ante una naturaleza que comienza a cobrarse todos los agravios que le hemos infringido.
Así que, desde esta pesimista perspectiva, podemos asegurar que no la hemos domado, que aún somos una cosa desechable y que un ser invisible puede ponernos al borde de la extinción.
Pero también es bueno reconocer que ya nos urgía un cambio, muchos siglos de convivir bajo un mismo régimen de lo que sea, llegó al límite y ahora estamos en posición de un cambio drástico hacia otra forma de ver nuestra convivencia, otras maneras de ver, oír, respirar y alimentarnos, otro modo de aprovechar los recursos naturales y dejar de sentirnos la especie superior, cuando sabemos que la actividad humana nos ha hecho caminar directamente hacia nuestro suicidio.