Margarito Escudero Luis
Empezar de cero no es fácil, a pesar de que la realidad propia y todas las circunstancias, indiquen lo necesario de cambiar, a la hora de la verdad las ambiciones se desatan y la escuela de 80 años metida hasta la médula, sale a relucir.
Morena dio un patético ejemplo de eso la tarde del sábado 19 de octubre. Todos los funcionarios que hoy ostentan algo de poder, demuestran que quieren seguir pegados a la ubre, parece que no les fue mal a pesar de la austeridad marcada por el líder supremo.
Nadie que ostente un poco de poder, es capaz de someterse al escrutinio público, ni de sus propios correligionarios, ante el temor de ser apabullados, sabiendo que su comportamiento como funcionario público no ha sido del todo honesto y efectivo.
El evento donde se elegirían delegados con miras a la convención nacional para elegir la nueva directiva fue avasallado por las tribus (o como se les llame ahora a los grupitos de poder) que a toda costa quieren imponerse y continuar en los cargos públicos donde no ha habido resultados efectivos, sólo disculpas y culpas a la administración anterior.
Morena está fraccionada en tres grandes grupos: Uno el de los fundadores originales del partido, los que acompañaron a Andrés Manuel López Obrador en el peregrinar durante 18 años, buscando la presidencia de la República.
La mayoría de estos fundadores fueron echados a un lado, ignorados; y ante los resultados que se han obtenido en todas las instancias que ayudaron a ganar, como presidencias municipales y diputaciones, no les han dejado satisfechos, pues están enojados, ofendidos, no es el cambio por el que lucharon, el rumbo se fue por otro lado y los elegidos no dieron el ancho ante las grandes expectativas por el triunfo obtenido.
Ellos fueron los que dieron el primer gran impulso al proyecto obradorista, cuando muy pocos creían en que algún candidato de ellos pudiera triunfar. Luego están los “conversos”, aquellos que “se dieron cuenta” que estaban en el partido equivocado y, cuando sintieron que la fuerza de Morena era imbatible, no dudaron en dejar su barco y pasarse a la nueva nave, segura, grande y poderosa.
Ellos traían las malas mañas, la vieja enseñanza, la experiencia de la corrupción, perdonados al arrepentirse de sus pecados y ahora resultaron más papistas que el papa.
Lograron acomodarse bien, en los mejores asientos, donde mejor se ve el espectáculo, mientras el pueblo bueno y sabio, debió conformarse con el lugar que siempre les han dado los políticos.
El tercer grupo lo integran los arribistas, aquellos que sin haber hecho nada para la formación del partido, incluso plenamente identificados con la mafia del poder que tanto denunció y atacó AMLO, pero bien recibidos y apapachados, se adjudicaron los mejores cargos, a ellos no los mandaron a buscar puestos en el mercado.
Hay secretarios de estado que sirvieron a Vicente Fox, el peor y más recalcitrante detractor de López Obrador, como el mismo secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, al que le salió mal el golpe en Sinaloa y Alejandro Gertz Manero, Fiscal de la Nación, que algún tipo de lealtad le debe a sus ex patrones.
Nadie se explica cómo es que están ahí, nadie se explica por qué no se integró el equipo del presidente con personas perfectamente identificadas con Morena.
Pero así se decidió y la mayoría confió en el buen juicio del líder. Pero a estas alturas, cuando Morena se perfila para hacer un importante cambio, la auténtica militancia ya no está dispuesta a permitir que vuelvan a comerle el mandado.
En plan de guerra, intentan hacer valer los estatutos y el mensaje de honestidad que tanto ha pregonado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El sábado pasado, en muchos lugares quedó claro cuáles son las intenciones de conversos y arribistas, pelear por los intereses del grupo al que representan, destruir lo que pueda ser un riesgo para las prácticas corruptas, impedir quedar al descubierto, acabar con el sueño de cambio verdadero de los luchadores fundadores de Morena.
Allá, los diputados, diputadas, regidoras, regidores, delegados, en fin, impuestos y votados sólo por la indicación y arrastre de AMLO, sacaron sus uñas, mostraron el cobre y actuaron como lo hacían antes, acarreando, comprando votos, usando programas sociales, justo lo que al principio Morena rechazaba, denunciaba y condenaba.
Morena fue más fácil de infiltrar que el PRD, aquel demoró casi 20 años antes de que se lo robaran los Chuchos hasta destruirlo, hoy los neochuchos actúan con más rapidez